Preocupa siempre a los padres la relación entre los hermanos. Tiene mucho que ver con la convivencia en paz, la ayuda mutua que se puedan dar en el futuro, las relaciones con el resto de la familia y la relación sana entre hermanos que redunde en un crecimiento pleno a ambos. Cuando nace el segundo de los hijos es cuando los padres suelen sentir las primeras dudas. Ahí está la clave, prevenir y solventar una posible relación de celos entre hermanos debe comenzar antes de que el pequeño llega a casa. Mucho antes. Superarlo es fácil, mira cómo:

¿Qué tipos de celos se dan entre hermanos? En muchos casos solemos exagerar y denominar ‘patológicos’ los celos entre hermanos, cuando en realidad se trata de una mera adopción a un mundo compartido y a un sentimiento de ‘príncipe o princesa destronada’. Lo normal, cuando se dan los celos, es que sean adaptativos. El sentimiento de acomodo a una realidad donde en menor, en función de su edad, el arrope del padre y la madre, y su madurez serán determinantes para gestionar un mundo próximo más habitado.

Prepara el terreno, no generas falsas expectativas. Por lo general tenemos casi nueve meses para explicar a nuestro hijo la llegada de un hermano. Este es un tiempo precioso para preparar el terreno en todos los sentidos de nuestro pequeño. Lo básico es no generar expectativas falsas a nuestro hijo. Ni en positivo, ni en negativo. Tenga la edad que tenga, se podrá explicar las ventajas y las obligaciones que papá y mamá tendrán cuando llegue el hermanito. Ni la llegada debe ser el fin de lo bueno, ni el regreso a algo mejor. Es más fácil comentar qué es un bebé (seguramente no se acuerda o ni lo sabe), qué cosas necesitas y cuál es el papel de cada uno de los miembros de la familia, él o ella incluida.

Involucrar al hermano mayor, ofrecerle un rol.  Es importante ofrecerle un espacio propio, un papel y una responsabilidad. Se logra con ello seguir siendo el centro de la familia – aunque sea en momentos muy concretos – y se le otorga un protagonismo determinado que le permita sentirse valorado, reconocido y vinculado con su hermano pequeño. Obviamente, ese papel debe estar adaptado a la edad del niño, pero siempre hay algo que ofrecerle: el responsable de los juguetes del pequeño, de introducir el termómetro en el agua del baño, en vigilar si se despierta, en cuidar del peluche de su hermano cuando duerme, etc… seguro que encontráis mil opciones.

Cómo detectar si hay celos entre hermanos. Cada niño es un mundo y se manifiesta a su manera, sin que exista patrones repetitivos. Pero sí hay señales, muy fáciles de detectar cuando tenemos una vinculación y complicidad con nuestro hijo, y donde cualquier cambio en él es fácilmente detectable. Las señales más comunes son la regresión, especialmente cuando son muy pequeños, hasta volver a comportamientos de cuando eran más pequeños aún; la desobediencia, la apatía e indiferencia ante los requerimientos de los papás; en algunos momentos, el comportamiento agresivo; menor rendimiento escolar, o los cambios del estado de ánimo.

No incentives el motivo de los celos. Prohibido comparar. Sin duda puede ser un motivo de generación de celos o, en su caso, de intensificación de los mismos. Aunque sean comparaciones inocentes, no generemos un clima de contraste entre ambos niños, donde el mayor se pueda sentir juzgado o infravalorado. Su percepción de determinadas palabras o expresiones es aún limitada y carece de recursos para su interpretación. Lo mejor es no hacer comparaciones. Hay que valorar a cada uno por lo que son y por lo que hacen, sin que sea necesario la comparativa entre menores.

Qué hacer cuando intenta llamar la atención. Atenderle. Busca un espacio propio y demanda atención porque siente que hay un déficit. En ese caso, debemos responder a su demanda, de modo que no le generemos un mayor grado de frustración. Es cierto que puede intentarlo cuando nos sea complicado o difícil dejar de hacer lo que estamos haciendo, pero en ese caso sí sería importante explicarle la situación y pactar soluciones. Lo que nos está diciendo es que necesita más tiempo. Hay que intentar satisfacerlo, con acompañamiento, valoración de sus acciones y comportamientos positivos, con mucho diálogo que busque anticiparse y aclarar su miedos o angustias y que permite desmontar su sentimiento de inferioridad.

Nuestro ratito a solas. No está nada mal que cada uno de nuestros hijos disponga de un rato en exclusiva con papá o con mamá. A ciertas edades reclaman y necesitan a sus papis al 100%. Generar estos momentos a lo largo del día puede ser un buen recurso. Al mismo tiempo, las pautas con ellos deben ser compartidas y respetadas por el resto de la familia, abuelos, tíos, etc….

Discuten, qué hago. Estar vigilante, proteger a ambos y dejarles que se gestionen sus discrepancias. En cierta medida, son niños que deben aprender a gestionar sus desencuentros, de la misma manera que determinan sus juegos. La intervención de los adultos debe estar justificada al control de determinados límites y a la generación de un clima de reflexión de la situación del conflicto entre ellos. Si entre ellos logran establecer una sana relación, se acabarán los celos, y se cimentará una amistad entre hermanos que será a prueba de bombas.

Y si los celos se generan entre hermanos mayores. Las herramientas son las mismas. Aunque cuando se trata de hermanos con más de siete u ocho años, la capacidad de hablar, dialogar y reflexionar de manera conjunta con ellos es mayor. Tenemos más recursos, más fondo de armario con que atender las demanda de todos ellos, valorar sus capacidades en la justa medida y cooperar en la generación de lazos entre ellos.

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