El descubrimiento de uno mismo es una aventura que comienza desde el minuto uno de vida y que se desarrolla a lo largo de la vida, aunque es cierto que hay hitos concretos o fases determinantes en el ciclo vital de cada persona. La sexualidad es uno de ellos, un descubrimiento paulatino que no exento de dudas, confusión, incertidumbres y miedo, fruto de adentrarse en algo novedoso con el avanzar de la vida y de los prejuicios y tabúes sociales de las sociedades occidentales. Se habla poco y mal de sexualidad en general, y especialmente en el ámbito familiar. Por ello, en determinados casos y circunstancias son muchos los adolescentes que pueden quedarse atrapados en el laberinto de su autodefinición sexual.
Cuando un menor, entre la preadolescencia y la adolescencia no terminan de encontrarse en una propia identidad que ellos reconocen y – sobre todo – aceptan, es cuando se corre riesgo de perderse. No identificarse o dudar de la sexualidad en muchos casos genera un gran pozo negro de dudas en el menor y mil miedos e inseguridades entre sus padres y madres, a veces sin herramientas para saber gestionarlo.
Los menores, cuando no se ven en lo considerado ficticiamente como ‘normalidad’, se ven naufragar en un mar de miedos, mucha confusión, incertidumbre y, en los casos más graves, depresión, aislamiento social, y pérdida de la autoestima hasta niveles más o menos profundos. Esta desorientación, más la necesidad intrínseca de la edad de encontrarse a sí mismo a otros niveles personales y sociales, puede llevar a otros procesos de experimentación que, en muchos casos terminan escondiendo sus dudas en el consumo de drogas o alcohol. Además, la sociedad genera climas hostiles como el ‘bullying’ o el acoso social, la estigmatización, que puede derivar en situaciones dramáticas vinculadas a la autolesión o al suicidio.
Enfrentarse a este problema puede ser muy complejo para los padres y madres, lo que hace más necesario que nunca recurrir a profesionales de la psicología que puedan orientar al menor, desbrozar sus dudas y miedos, y colaborar en la aceptación de uno mismo: porque la orientación sexual no es una elección, nadie elige su orientación sexual. Sin duda, expertas en psicología juvenil de Instituto Alcaraz puede ser muy útiles a chicos y chicas en este proceso.
Cómo ayudar a su definición sexual
Desde luego la receta para estos casos, como para casi todos, son dos: amor y comunicación. El menor que está desorientado debe encontrar un ambiente de protección en el hogar. Debe sentirse entendido y comprendido en su entorno familiar, no verse juzgado con viejos clichés o prejuicios y ayudado en su proceso de autodefinición sexual. En ningún momento, los padres y madres deben ‘jugar’ a cambiar los sentimientos de su hijo o hija, que duda entre su atracción sexual entre personas de diferente sexo y de sexo común.
El proceso de identificación, aunque sea inconsciente, se suele producir entre los 5 y los 8 años, pero no es cuando se descubre la sexualidad cuando uno comienza el proceso de autoconstrucción en su orientación sexual. La adolescencia y preadolescencia en sí son etapas complejas, cuando se introduce un elemento más de zozobra personal, esta situación se hace más difícil. Pero nunca es imposible.
Lo más difícil en muchos casos es abordar el tema con nuestros hijos e hijas, por lo general remisos a entrar en este tipo de conversaciones. Encontrar una excusa a través de una lectura, un artículo o una información periodística, o una película puede ayudar a romper el hielo. Un clima de confianza previo, ayuda mucho en estos casos entre padres e hijos.
Pero, en cualquier caso, la clave es no juzgar, no criticar, no aislar al menor de sus sentimientos, no resistirse a la realidad, entender que el camino como padre o madre no es dirigir la vida de nuestros menores, sino ofrecerle el camino hacia el respeto al otro y a su propia felicidad suele ser la vía más fácil para ayudar a nuestro hijo o hija en su laberinto de orientación sexual.
