Para los adultos, no hay nada más antagónico que la infancia y la muerte. Una concepción mental que no se ajusta a la realidad, puesto que este binomio se convierte en cotidiana, real, presente y recurrente al proceso de la vida. Los adultos apuramos al máximo el concepto de protección de nuestros menores, escondemos la crudeza de los avatares de la vida que, aun bajo el paño de seguridad de los mayores, siempre termina floreciendo. El concepto de pérdida, el concepto de duelo, como el concepto de muerte, es complicado de racionalizar emocionalmente, de ello las dificultades que encontramos a la hora de ayudar a los menores a afrontar el concepto de muerte y el proceso de duelo por la pérdida.

El Principito, es libro infantil que más han leído los adultos, hacía múltiples referencias al concepto de pérdida en todas sus dimensiones. Y era capaz de hablar de tú a tú a los niños y niñas con la claridad de frases como “es bueno haber tenido un amigo, aun si vamos a morir”, que pretendía valorar la calidad del presente y la perdurabilidad de lo que uno es capaz de disfrutar, sabedor de que pocas cosas son para siempre.  Y volvía sobre la idea de la pérdida con frases como “y cuando te hayas consolado – siempre se encuentra consuelo – estarás contento de haberme conocido”, en referencia a la pérdida de un amigo, aplicable a otros tipos de pérdidas, en la que se ofrece una salida al túnel del duelo.

Esa es la clave, los niños y niñas – más allá del concepto popular de que se adaptan mejor a los cambios que los adultos – no dejan de sufrir el vacío de una pérdida. Y, por lo tanto, el proceso de aceptación que requiere el duelo.

Cada menor vive esta transición de una manera diferente, condicionado a su edad, al apego o vinculación con la persona fallecida, así como por las ayudas externas o su propia madurez interna.

La muerte, para muchos niños pequeños, tiene que ver con algo mágico, y por lo tanto con el convencimiento de que es reparable, recuperable, que tiene retorno. Esa sensación, con el tiempo, genera frustración y estrés. Pero, además mucho miedo. Son muchos los casos donde se teme por futuras pérdidas, donde la duda de quedarse solo y la certeza de que la gente se marcha se hace real, lo que le genera – o puede generar – procesos de angustia incapaz de gestionar por sí solo.

Esta incapacidad de asimilar estas realidades, en muchas ocasiones, se transmuta en episodios severos de tristeza, depresión, ira, o agresividad. En muchos casos, los menores sufren trastornos en el sueño, pérdida de confianza, fracaso escolar, disfunciones en las relaciones sociales o episodios de agresividad con su entorno.

Lo que los expertos recomiendan a los adultos es un seguimiento constante, un acompañamiento permanente donde el menor tenga una referencia, un parapeto, un escudo que sea capaz de escucharle, cuando lo necesite, porque hay menores que quieren hablar de sus seres queridos fallecidos y otros que no. Vigilar su comportamiento y entender el grado hasta valorar cuando es necesario recurrir a un profesional es esencial para proteger ese proceso de duelo que  – además de transitar él mismo – debemos respetar como proceso de aceptación y de curación.

No hay fases diferentes en el proceso de duelo con respecto a los mayores, sino grados de la misma y diferencias sobre todo vinculadas a la edad. El sentimiento de pérdida entre los menores, tenga siete años o tenga 14 años, va muy vinculado al sentimiento de abandono. Entender esta angustia es fundamental para abordar con éxito el proceso de ayuda: no deben sentirse solos, ni abandonados. Deben superar las fases de negación, de ira, de tristeza, de negociación personal y entendimiento del proceso de la muerte, y de la fase final de aceptación.

El duelo es un camino. Un camino que no lineal, que tiene altibajos constantes, pero que se va superando en la medida que se recorre. El niño o la niña siempre tendrá la necesidad de buscar lo que ha perdido. Podemos ayudarle en esta fase personal. Y recordarle siempre lo que decía El Principito: “Fue el tiempo que pasaste con tu rosa lo que la hizo importante”.

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