Hoy Patricia Fernández, Psicóloga de Instituto Alcaraz, nos explica algo que nos preocupa mucho a los padres y a los profesionales sobre los niños. Sabemos que la autoestima es la base de la personalidad de nuestros hijos y pacientes y que si tenemos una buena autoestima tendremos a niños fuertes emocionalmente hablando. ¿Pero qué podemos hacer para conseguirlo?, ¿Cuándo se empieza a formar la autoestima?, ¿Cómo se forma?.
Patricia en este maravilloso artículo nos resuelve todas las dudas.
«La autoestima es la confianza en nuestra propia capacidad de pensar, actuar, así como la manera de afrontar los desafíos de la vida diaria. Es la valoración positiva o negativa que hacemos de nosotros mismos, basado en las propias vivencias, sentimientos y pensamientos adquiridos a lo largo de nuestra vida. Va estrechamente ligado al autoconcepto, el cual es la opinión que tenemos sobre nosotros mismos, en base a la imagen que construimos de nuestra persona.
La autoestima tiene gran relación con las vivencias que van sucediendo a lo largo de nuestra vida, las personas con las que tratamos y los resultados de nuestras propias acciones. Ésta comienza a desarrollarse desde etapas muy tempranas a medida que el niño/a se va relacionando con su ambiente.
Algunos indicios de una buena autoestima en la infancia:
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Tienen confianza en sí mismos.
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Denotan felicidad.
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Son creativos.
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Siguen las normas y cooperan.
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Están a gusto consigo mismos.
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Son consecuentes con sus actos.
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Se muestran abiertos.
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Ofrecen una amistad sana.
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Aceptan sus limitaciones.
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Son conscientes de sus actos.
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Sus relaciones con iguales son satisfactorias.
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Su estado de ánimo es alegre por lo general.
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Adquieren responsabilidades.
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Son estables emocionalmente.
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Se superan ante las dificultades.
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Se sienten valorados.
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No temen equivocarse.
¿Qué puedo hacer para fomentar una autoestima sana en mis hijos/as?
«El papel de la familia es fundamental para potenciar una autoestima sana en los más pequeños»
Los padres son la referencia de éstos desde los primeros años de vida, por lo que debemos prestar especial atención a diversos aspectos como, por ejemplo, el lenguaje, ya que en esta etapa los niños y niñas absorben aquello que su entorno les transmite, tanto lo positivo como lo negativo.
Es importante aceptarles y apoyarles por encima de todo, desde el respeto, la tolerancia, la empatía y la comprensión, sin olvidar las normas y los límites, teniéndoles en cuenta en la toma de decisiones y reforzando sus conductas positivas, en lugar de centrarnos en las conductas negativas.
Resulta interesante, además, estimular la toma de decisiones por sí mismos/as, interesándonos por sus gustos, valorando sus logros y acompañándoles en sus fracasos, que sientan que estamos ahí tanto para lo bueno como para lo malo.
Ayudarles a buscar soluciones en lugar de ofrecérselas, permitirá que, en experiencias similares, se sientan seguros de gestionar las dificultades desde un inicio por sí mismos/as. Es de especial relevancia evitar poner etiquetas, ya que, lo más probable es que condicionen de por vida su autoestima, así como su autoconcepto.
Las expectativas que depositamos sobre los niños/as condicionarán sus acciones y, por tanto, influirán en su autoestima.
Si creamos altas expectativas podemos dar lugar a sentimientos de frustración si no logra llegar al objetivo establecido, o de lo contrario, generar expectativas de eficacia y acordes a sus capacidades permitirá fortalecer su autoestima. Asimismo, dedicarles cada día un ratito de calidad les hará sentirse especiales y permitirá el desarrollo de habilidades tan beneficiosas casi sin ser conscientes de ello. Finalmente, apoyarnos en sus puntos fuertes les permitirá afrontar las dificultades desde una perspectiva más sana y más segura.