Si nos paramos a observar a un bebé, seguramente siempre lo encontremos intentando conocer el mundo, investigando, mirando sin parar a su alrededor o toquiteando los objetos que encuentra por su paso.

Desde el primer día de vida, nuestro instinto busca experimentar y abrirnos puertas en el espacio que nos rodea. Nacemos con la necesidad de conocer, explorar y crear. En este sentido, la creatividad es una habilidad esencial en el desarrollo de los niños, que con su fomento nos permite expresarnos de manera única, potenciar nuestra capacidad para resolver problemas, adaptarnos a nuevas situaciones y desarrollar el pensamiento crítico, y es en la infancia donde más capacidad tenemos de potenciarla.

Esta habilidad no solo se limita a la parte artística, trabajando la creatividad también se produce un desarrollo cognitivo. La creatividad fomenta el pensamiento crítico y la resolución de problemas. Al enfrentarse a situaciones que requieren soluciones nuevas, los niños desarrollan habilidades de pensamiento lateral, lo que les permite abordar los problemas desde múltiples perspectivas. De igual modo, potencia nuestra capacidad de adaptación y resiliencia, así como el pensamiento abstracto en tareas como formar una propia identidad y un carácter personal.

Pero, en pleno auge de la Inteligencia Artificial y recursos digitales que nos facilitan (incluso hacen por nosotros al 100%) tareas como la creación de una imagen ficticia o la redacción de un texto, entre muchas otras, como padres y educadores, debemos poner el foco en no dejar de trabajar estas habilidades con nuestros menores desde una edad temprana.

 

Ahora bien, ¿Cómo trabajamos desde casa la creatividad?

 

La importancia del entorno donde crecen

El entorno en el que los niños pasan la mayor parte de su tiempo tiene un gran impacto en su creatividad. Un espacio lleno de materiales diversos como libros, juguetes educativos o materiales de arte puede inspirarles a explorar y experimentar. Asegúrate de que tengan acceso a una variedad de herramientas que les permitan expresarse de diferentes maneras.

Fomenta la curiosidad y el interés por aprender

Los niños son naturalmente curiosos. Alimenta esta curiosidad respondiendo a sus preguntas con paciencia y animándolos a investigar más sobre los temas que les interesan. Ten en cuenta sus tiempos, cada edad tiene sus procesos. Jugar es una de las formas más efectivas de fomentar la creatividad. A través del juego, los niños aprenden a explorar, imaginar y resolver problemas de manera espontánea. Permíteles jugar sin poner límite a su creatividad y observa cómo desarrollan sus propias historias y cómo las solucionan. El juego no estructurado permite que los niños exploren y desarrollen su imaginación sin las restricciones de reglas predeterminadas.

Incentiva el pensamiento crítico

Pregúntales cómo podrían resolver un problema de diferentes maneras y discute las posibles consecuencias de cada opción. Deja que investigue las posibles opciones y que se cuestione el abanico de posibilidades sobre un tema. Esto no solo fortalece su creatividad sino también su capacidad para analizar y tomar decisiones. Un buen juego para hacer con ellos es imaginar un final paralelo de la película que acabáis de ver.

Anímalos a hacer distintas actividades de ocio

Las actividades artísticas como el dibujo, la pintura, la música o la danza son formas muy útiles de expresar la creatividad. Proporciona tiempo y espacio para que los niños se dediquen a estas actividades sin presión de lograr resultados perfectos. La clave es disfrutar del proceso creativo. En el mismo sentido, la lectura es una puerta a mundos imaginarios. Lee con ellos regularmente y anímalos a inventar sus propias historias. La narración de cuentos estimula la imaginación, así como desarrollar habilidades lingüísticas.

Valora y celebra sus esfuerzos

Es importante reconocer y celebrar los esfuerzos creativos de los niños, sin importar cuán grandes o pequeños sean. La valoración positiva de sus intentos les motiva a seguir explorando y desarrollando su creatividad. Asegúrate de que sientan que sus ideas y creaciones son valiosas y aprobadas por su entorno más cercano, su familia. Por el contrario, un error que en ocasiones caemos los adultos, es corregir sus obras. Si el menor ha decidido que un perro es de color azul, no lo intentes cambiar.

En definitiva, incentivar la creatividad en los niños no es solo una inversión de futuro, sino también una manera de enriquecer su presente. Un niño creativo es más adaptable, resiliente y capaz de ver el mundo desde múltiples perspectivas. Como padres, tenemos la responsabilidad y la oportunidad de proporcionar las herramientas y el apoyo necesario para que los menores puedan desarrollar plenamente su potencial y hacer florecer la creatividad. Siguiendo estas estrategias, podemos ayudar a nuestros hijos a crecer como individuos innovadores y capaces de enfrentar cualquier desafío que la vida les presente. La creatividad no tiene límites, solo los que nosotros mismos ponemos.

 

 

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