El pasado 2 de abril se conmemoró el Día Internacional del Autismo, una efeméride que quiere visibilizar este síndrome que afecta a menores y a adultos en todo el mundo. Pero nosotras hoy, que no es el día internacional del autismo, queremos hablar de ello, porque para nosotras el autismo es una realidad diaria, no puntual, es un hecho concreto, extendido en el tiempo, que quien lo sufre necesita la atención social diaria que, en las más de las veces, no se les presta.
Hoy, y seguramente mañana, y así todos los días, tendremos que plantear a la sociedad que las personas con autismo son, y quieren que se les reconozca, ciudadanos de pleno derecho, con un papel que jugar en la sociedad, que aspiran a la igualdad de oportunidades como cualquier otro ciudadano y que, sólo en algunos casos, necesitan y requieren un ecosistema social preparado para desarrollar su potencial.
Hoy que no es 2 de abril, seguimos lamentando la aplicación del término ‘autista’ de manera peyorativa, sin pensar, sin mala fe, sin ánimo de molestar, seguramente; pero colaborando a perpetuar un cliché social que perjudica a aquellas personas que luchan a diario contra este síndrome con el anhelo de encontrar un hueco en la sociedad.
Hago mío el comentario en twitter de ‘@AutismoEspaña’ a un político español: “Desafortunadas palabras, utilizando ‘autista’ de manera peyorativa. Las personas con autismo luchan cada día por el respeto a su dignidad como ciudadanos de pleno derecho, y los representantes públicos tienen especial responsabilidad en su tratamiento adecuado”.
Un hecho en sí que demuestra claramente el camino que aún nos queda, como sociedad, por recorrer. Muchos profesionales ayudan y permiten a muchas personas con autismo a desenvolverse con plena autonomía, son tratados por expertos de alto nivel que España tiene la fortuna de disfrutar; las terapias, los tratamientos y los equipos en nuestro país son muy avanzados. Tenemos suerte, de poder contar con profesionales que se preocupan, en la edad más temprana posible, de comenzar sus tratamientos con importantes y positivos resultados.
Pero el autismo, en los cientos de casos que conocemos y tratamos, tanto para quien lo padece como para sus familiares más directos, no sólo es una cuestión clínica, que es nuestra especialidad. Es mucho más. Por ello, cada Día 2 de abril, lo celebramos con mucha fuerza y mucho ánimo. Pero cada día 3, y 4 y 5 y todos los días del año nos decimos que los derechos de estos niños y niñas; de los adultos que han crecido con autismo; y sus familiares necesita, reclaman y les tenemos que ofrecer, una sociedad abierta, inclusiva, capaz de acogerlos, entenderlos e incorporarlos a las rutinas sociales como uno más. Ese es el reto de cada día que no sea 2 de abril.
Nosotras, las expertas en psicología infantil, trataremos de atenderles y mejorar su calidad de vida. El resto, con nosotras incluidas, tenemos la obligación de que ese esfuerzo que hacen desde que son diagnosticados tengan su recompensan ofreciéndoles un hueco social como uno más, sin que tengan que sentirse nada menos. Por ello nos empeñamos en hablar del autismo más allá del Día 2 de abril, por muy importante que sea, y que lo es. Así pues, ¡Feliz día 2 de abril!, felices todos los días del resto del año en el que hagamos algo por las personas con autismo.