El cambio de colegio entre los menores, indistintamente de su edad, supone un periodo crítico que afecta a la estabilidad mental y cambios en el comportamiento habitual. Sin duda, en la vida de un niño o un adolescente, cerrar un capítulo y dejar un entorno que ya conoce para aventurarse en otro del que no tiene conocimiento puede suponer un enorme reto.
Pero no hay niños iguales, como no hay razones idénticas. Y todo ello condiciona el comportamiento del menor y pone a los padres ante la tesitura de responder a la pregunta de cómo actuar ante el cambio de colegio. Porque no es lo mismo un cambio natural, resultado del proceso de superar etapas y ciclos escolares, que el cambio de colegio por razones económicas, por separación o divorcio de los padres, por cambio de residencia, o cualquier otra circunstancia.
En estos casos, el cambio de su entorno escolar es la suma de un montón de circunstancias que han variado y sobre todas ellas se debe actuar para lograr un proceso de asimilación lo más cómodo y con el menor impacto emocional en los pequeños. Aquí, nos enfrentamos a situaciones donde el problema mayor es otra ruptura superior – el divorcio de los padres, el cambio de domicilio – , que deberá ser el centro de las atenciones y explicaciones para que el niño o niña pueda abordar la nueva realidad con comodidad.
Pero hay otros cambios que pueden pasar desapercibidos dentro de la normalidad de superar etapas y sobre los que debemos estar atentos. Los niños pasan de la escuela infantil al colegio de primaria. Y de este, en muchos casos, a un centro diferente donde cursarán sus estudios de secundaria. En todos los casos, el cambio de colegio supone un duelo, aunque varíe el grado de afección y el proceso de asimilación.
Para todos los casos, y con el objetivo de reducir el impacto emocional en el menor que ve variar su entorno escolar, debemos trabajar este tema previamente desde la naturalidad, desde la confianza y desde la capacidad de expresar – por ambas partes – sus anhelos como sus temores. ¿Qué ocurre cuando se niega a cambiar de colegio? Es la respuesta natural, puesto que su centro es un lugar refugio donde todo el entorno es de confianza, no sólo el profesorado y el alumnado, sino que hay figuras de referencia como el bedel, el personal de cocina, de limpieza, etc. La resistencia es la confirmación de que se encuentra cómodo, está seguro y se siente parte de ese entorno. Este mismo argumento nos permite explicarle que, lo mismo que ha sido capaz de encontrar en este sitio que ahora deja, lo podrá lograr igual (o mejor) en el nuevo centro escolar.
La respuesta natural es el incremento de su estado de nervios, estrés, irascibilidad, su estado de enfado y de inseguridad. En impacto emocional que debemos ayudar a superar con el apoyo de los adultos, reforzando su confianza y ayudándoles a incorporarse con naturalidad al nuevo entorno. Uno de los aspectos que más les preocupa a los menores es la separación de sus amigos. Hay una quiebra en sus relaciones sociales que – dependiendo de la edad – puede ser más o menos profunda. Debemos ayudarles a entender que no se trata de perder amigos, sino de ganar otros nuevos. Y de establecer con ellos sistemas para ayudar a cultivar nuevas amistades, al tiempo que generamos espacios para atender a los anteriores. En este proceso de transición es común que se produzcan episodios de introspección y de mayor timidez, aunque en situaciones normales son pasajeras y sólo requieren paciencia y tiempo para que se vuelva a reconducir.
¿Papás y mamás podemos hacer algo en el cambio del colegio de nuestros niños?
Sin duda, debemos ser sus primeros aliados. La comunicación abierta y bidireccional suele ser la mejor clave desde la que afrontar estas cuestiones. Debe saber cuáles son los pasos, el porqué de la nueva situación, y disponer de preguntar para solventar sus primeras inquietudes.
Un buen ejercicio es conocer el nuevo entorno escolar de manera anticipada, si es posible visitar las instalaciones. Ante todo, debemos tener una aptitud positiva, que minimice la ansiedad del niño o niña. Para favorecer el contacto con nuevas amistades es recomendable participar en las actividades extraescolares en el propio centro, que permite relacionarse entre ellos de una manera más distendida que en clase, recuperar las rutinas lo antes posible y, en su caso, recurrir a la ayuda de grupos de padres, o asistencia psicológica que pueda generar pautas para el control emocional, la reducción del estrés y, sobre todo, la recuperación de la confianza y la autoestima.
El cambio de colegio puede ser un reto para nuestros niños y niñas, pero también una manera de explorar nuevos mundos, una aventura para ellos, una forma de ampliar su mundo. La visión de cómo afrontar este proceso también tiene mucho que ver cómo lo interpretan los adultos, y la seguridad de padres y madres transmitamos en este cambio.