Muchos padres suelen preguntarse ¿Necesito llevar a mi hijo a un psicólogo infantil? Lo primero es recordar que el desarrollo de un niño no es lineal. De hecho es un camino lleno de avances y retrocesos.

La respuesta a esa pregunta muchas veces es: «NO»

Me consultan por niños que ya dominaban sus esfínteres y de repente vuelven a mojar la cama; o niños que ya dominaban sus enfados y de repente vuelven las pataletas.

En la mayoría de los casos, este retroceso es parte de su proceso evolutivo y así se lo hago saber a todos los padres que me hacen esa pregunta.

Como madre, yo misma he vivido los altibajos de mis hijos y sé por experiencia que pueden ser desconcertantes.

Lo primero que les digo a mis amigas y a los padres de mis pacientes es que estos pequeños altibajos son naturales y no interfieren en el desarrollo de tu hijo, siempre que sean de corta duración.

 

¿Por qué esos altibajos?

Muchas veces ese “paso atrás” es el anuncio de grandes cambios que están por venir.

No es más que un mecanismo de defensa inconsciente en el que el niño vuelve a manifestar un comportamiento que ya conoce y que lo hace sentir seguro, para luego retomar su desarrollo en el punto donde lo dejó.

En los adultos es como retroceder unos pasos para coger impulso.

¿Como saber si es un comportamiento natural o realmente hay un problema?

Cuando me encuentro casos en los que el niño parecía haber superado una etapa y de repente vuelve a un estado anterior, lo primero que les pido a sus padres es que repasen las rutinas y costumbres de sus hijos buscando cualquier alteración, por pequeña que sea.

Los niños son muy sensibles a los cambios y a veces las cosas más pequeñas e insignificantes (para nosotros) los pueden desestabilizar.

Una vez conocí a un niño que mojaba la cama a no ser que durmiera con su pijama favorito;  podrán imaginarse el drama cuando el pijama no dio más de sí… en ese caso lo resolvimos hablando con el niño y vistiendo a su peluche favorito con el pijama (peluche que dormía con el niño, claro está).

 

Cuando hemos encontrado el detonador que desestabiliza al niño;  tenemos dos opciones:

  • Volver a la rutina: los niños son muy de rutinas fijas. Si este retroceso se debe a que la rutina del niño se ha visto alterada, podríamos intentar volver a la rutina. Por ejemplo,  mantener los horarios de la siesta del niño durante el verano.
  • Hablar con el niño: a algunos niños les asustan los cambios. Enfrentarse a lo desconocido es siempre aterrador. Una opción sería hablar con él niño, tranquilizarlo, explicarle la situación y calmar su angustia.

Por ejemplo, para un niño la visita de un familiar puede ser excitante, pero también perturbador. Hablar con el niño antes o durante que se produzca esa visita puede ayudarle a bajar sus niveles de ansiedad y prevenir o corregir ese retroceso.

Después de esto, lo que nos queda es observar y darle tiempo para que él mismo asimile el cambio y vuelva a la normalidad. Como ya dije estos retrocesos no suelen durar mucho.  

¿Cuándo es necesaria la intervención del psicólogo?

Es conveniente buscar la ayuda de un psicólogo infantil cuando se prevean o se experimenten grandes cambios para el niño;  un divorcio, la enfermedad o muerte de un familiar o de una mascota, una mudanza, cambios de colegio, la llegada de un hermanito o de un primo (de hecho cualquier bebé que aparezca en su entorno familiar).

 

¿Qué hace un psicólogo infantil?

Nuestro trabajo como Psicólogo Infantil no siempre es trabajar con el niño. También es ayudar a los padres y aportarles herramientas para trabajar con el niño y prepararlo de alguna manera ante esa situación que se presenta complicada para él.

 

Señales de alerta. ¿Cuándo debo acudir a un psicólogo Infantil?

En estos casos es necesaria la intervención de un especialista para evaluar la situación:

Cuando los padres observan que la conducta de su hijo se aleja demasiado del comportamiento que cabría esperar en un niño de su edad.  Por ejemplo retraso importante en el habla o en la escritura, torpeza motriz excesiva etc.

 Otra señal de alerta para los padres deben ser los cambios en la conducta del niño, sin motivo aparente y que no remiten en el corto plazo, sino que más bien se agravan con los días. 

Por ejemplo, conductas especialmente agresivas, niños que de pronto se vuelven tímidos, que comienzan a manifestar pesadillas, que tienen problemas para conciliar el sueño o tienen miedo a estar solos. Niños que desarrollan un apego excesivo (a padres, a juguetes, etc.), o niños que se vuelven apáticos, tristes o irritables.

También es conveniente la intervención de un psicólogo infantil cuando surgen problemas en el colegio

Por ejemplo si se observa que el niño se muestra aislado de sus compañeros, cuando se aburre con frecuencia, si se muestra muy intranquilo, se vuelve un niño agresivo o le cuesta concentrarse y sobre todo si se sospecha que sufre algún tipo de acoso escolar.

En todos estos casos, el trabajo de un psicólogo infantil es facilitar las herramientas necesarias, a los padres y al niño, que les ayudarán a enfrentarse a esa situación y corregir esas conductas.

Como ya he comentado, no siempre es necesario trabajar con el niño, muchas veces nuestro trabajo como psicólogos es orientar a los padres y servir de apoyo para solucionar una situación en concreto.

Por último, como madre y como psicóloga te recomiendo que busques ayuda siempre que sientas la necesidad; siempre que tengas la sensación de no saber cómo manejar la situación.

En esos casos lo mejor es pedir ayuda y no esperar a que la situación esté al límite para actuar. Prevenir siempre es el mejor camino.

Sheila Alcaraz

Psicóloga Infantil

[kkstarratings]

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies