Siempre habíamos deseado que el mundo se parara. Si se para el mundo podemos disfrutar del TIEMPO. Tiempo con nuestra familia, tiempo para hacer lo que nos gusta y dedicarnos tiempo a nosotros (que tanta falta nos hace).
El mundo entero se ha paralizado, todavía no nos lo podemos creer, ¿Verdad? Esto parece una película de ciencia ficción de esas que nos encantaba ir a verla al cine. Pero ahora no nos gusta tanto porque es nuestra realidad, y nos da miedo la incertidumbre de no saber cuándo y cómo va a terminar esto. Nuestras emociones nos hacen estar en una Montaña Rusa constante. En momentos estamos eufóricos, animando a todos para que hagan actividades, para hacer ejercicio, para cocinar, para limpiar y ordenar la casa… En cambio en otros momentos, no tenemos ganas de nada, saltamos a la primera, todo nos parece mal y sólo queremos llorar y meternos en una burbuja para que lo que está fuera no nos haga daño, no haga daño a nuestra familia.
¿Cómo están los niños? ¿Cómo están sus emociones?
¿Cómo están vuestros hijos? Al final los niños son los que sin ninguna culpa, se están llevando lo peor del confinamiento. Ellos son los menos perjudicados por el virus, pero si lo pueden transmitir, por eso los hemos dejado sin salir mucho tiempo. Pero ahora ya podemos dar paseos con ellos con responsabilidad. ¿Pero cómo están sus emociones?¿Hablamos con ellos de esta situación y de sus emociones? Es muy importante hablar con los niños de la situación actual, preguntarles cómo se sienten y explicarles cómo nos sentimos nosotros en esta situación. No debemos ocultarles nada. La información podemos adaptarla según la edad de los niños. Y no es malo que vean a papá asustado o a mamá nerviosa y llorando. Debemos explicarles porque.
Nos preocupa que nuestros hijos obtengan unos conocimientos y que razonen correctamente desde pequeños, pero en muchas ocasiones nos olvidamos que aprendan palabras, expresiones para poder comunicar sus emociones y sentimientos. Es ahora que de repente se ha parado el mundo, cuándo tenemos que pensar en nuestras emociones.
Este tipo de comunicación va más allá de conocer que te cuenten qué hacen en el colegio o en un cumpleaños. Sólo los conoceremos del todo si nos cuentan cómo se han sentido en un determinado momento. Nuestro vínculo con ellos será más fuerte. Este vínculo nos ayudará en nuestra relación con ellos en muchos momentos importantes y sobre todo en la adolescencia ya que toda la familia habremos tenido un aprendizaje de emociones y sentimientos. La clave para tener una buena adolescencia es una buena educación emocional y una buena autoestima. (Podéis leer el artículo de Cómo fomentar una Autoestima Sana en la infancia en el siguiente enlace https://deparenparpsicologia.com/como-fomentar-una-autoestima-sana-en-la-infancia ) Podemos ayudar así a nuestro hijo adolescente a entender que le está pasando y qué cambios está sufriendo.
¿Cómo podemos dar a nuestros hijos una buena educación emocional?
En el día a día. La vida nos da maravillosas oportunidades para que nuestros hijos puedan identificar sus emociones, así como expresarlas y regularlas. Las emociones son las encargadas de determinar cómo afrontar la vida. Por lo que los niños con una buena educación emocional tendrán mejores capacidades para su vida: una mejor autoestima, sabrán que pueden hacer lo que se proponen, serán asertivos y empáticos, tendrán buenas habilidades sociales y de resolución de conflictos, aprenderán de sus errores y podrán comunicarse con los demás y con ellos mismos de una forma muy beneficiosa.
Por lo que es importante que aprovechemos las oportunidades que nos da la vida para hablar y entender esas emociones que nos invaden. Ahora más que nunca aprovechar el día a día para hablar sobre qué nos pasa y cómo nos sentimos en este confinamiento.
A continuación os dejo algunos juegos con los que también podemos trabajar las emociones
El Diccionario de las emociones.
En el Diccionario de las Emociones podemos ir trabajando cada día una emoción (tristeza, alegría, miedo, rabia,…) En cada folio escribimos el nombre de la emoción arriba y le pedimos al niño qué dibuje algo que le inspire esa emoción. Después podemos contar cada uno una situación que nos sentimos así.
El tarro de las buenas noticias:
El Tarro de las Buenas Noticias está pensado para potenciar el optimismo y los pensamientos positivos en los niños. Cada vez que ocurra una buena noticia en la familia lo tenemos que escribir en un papel y meterlo en el tarro. Después de un tiempo; un par de meses por ejemplo podemos leer todas las buenas noticias que han ocurrido. Con este ejercicio pretendemos que los niños se fijen en lo positivo de las situaciones que han ido ocurriendo.
Espero que os haya gustado este artículo y que empecemos desde ya a hablar sobre sentimientos y emociones, ya que sólo obtendremos maravillosos beneficios!